La hipnosis como
medio terapéutico en el ámbito de la psiquiatría tuvo muchas aplicaciones. El
neurólogo y psiquiatra Jean Martin Charcot, figura de la ciencia médica
mentalista del Siglo XIX, en su cátedra de la Salpetriere, en París,
hizo “maravillas” con alienados a los que hipnotizaba y les traía a la mente
sus recuerdos de lo que él llamaba “condición segunda” de la conciencia, donde
estaba o podía estar el origen verdadero de su alienación.
Sigmund Freud el
célebre creador del psicoanálisis llegó a ese método de investigación y
tratamiento del inconsciente mental, comenzando a partir del hipnotismo
utilizado en sus pacientes afectadas de histeria.
Después de haber
hecho escuela en el centro especializado de Bernheim y Liebault, en Francia, al
publicar sus primeros “Estudios sobre la Histeria”, en el año 1895, Freud mostró de que
manera la histeria podía curarse, cuando a partir de la regresión por medio de
la hipnosis se lograba descubrir el trauma psíquico original y luego se
producía la catarsis.
Para el notable
maestro austriaco, hoy injustamente denostado, la hipnosis permitía a sus
pacientes histéricos volver por lo general a imágenes de su infancia, cargadas
de afectos traumáticos, los que
recordados y descargados por reacción permitían la desaparición de los
síntomas.
Con los
pacientes que no podían entrar en estado hipnoide, Freud aplicaba la regresión
por medio de la sugestión hipnótica, haciendo relajar al enfermo, cerrar los
ojos, colocando su mano sobre la frente y promoviendo la aparición de recuerdos
lejanos de carácter traumático.
Más adelante,
sus especulaciones intelectuales lo llevaron a alejarse del camino de la
hipnosis para introducir el método de la asociación libre en estado de
conciencia vigil, originando el psicoanálisis propiamente dicho.
Sin llegar a ser
un método hipnótico, en la década de los años ’30, el psicoanalista francés
Robert Desoille (que era además ingeniero) creó un interesante método de
exploración de lo inconsciente llamado “rève eveillé” o ensueño dirigido, en el
cual con el paciente en estado de ensoñación se trabajaban imágenes y símbolos
que conducían también a traumas psíquicos originales de la patología mental que
se tratara. “El caso María Clotilde” fue la obra que le permitió expresar y
mostrar el método.
Pero, quien dio
un vuelvo fundamental a la aplicación psicoterapéutica de la hipnosis fue Brian
Weiss, un hasta entonces conocido psiquiatra del Hospital Mount Sinai, de
Miami, donde había ejercido la mayor parte de su práctica, quien en el año 1988
sacudió al mundo con su libro “Muchas vidas, muchos sabios”, relatando con lujo
de detalles y un estilo casi novelesco las regresiones hipnóticas de una
paciente que, a diferencia de las de Freud, no solo retornaba a su infancia más
temprana sino que, llegaba un momento en el cual se conectaba con vidas
anteriores de su alma y con maestros de dimensiones superiores que la guiaban
en la evolución de una existencia prácticamente eterna a través de distintas
encarnaciones.
Esta enferma
tenía en su vida actual y presente síntomas neuróticos severos que no podía
relacionar con nada de su pasado y que sin embargo, tenían su raíz psíquica en
experiencias traumáticas, pero de otras vidas anteriores de su espíritu ahora
encarnado en otro cuerpo. Solamente a través de la regresión hipnótica a sus
existencias precedentes pudo la paciente de Weiss superar sus neurosis
actuales.
O sea que, el
gran cambio que introduce Brian Weiss en el uso de la hipnosis en terapéutica
psiquiátrica, a diferencia de Sigmund Freud en sus primeros trabajos, es que
Weiss rompió la barrera del tiempo y del espacio. Freud, con su ideología
materialista dialéctica a ultranza, jamás hubiera aceptado la idea de la
reencarnación como una forma de trabajo intelectual. Hizo con la hipnosis lo
máximo que podía hacer y lo mostró muy bien en sus casos de Emily, Lucy,
Catalina, Cecilia y Catherine, con regresiones a su infancia más lejana, pero
hasta ahí y punto.
Weiss a partir
del primer caso que le hizo agotar varias ediciones de su libro, retitulado luego
“Muchas vidas, muchos maestros”, siguió trabajando con muchos más casos
clínicos de neurosis severas, a los que trató por lo que él mismo empezó a
llamar “método de terapia de vidas anteriores” y que lo sintetizó con numerosos
ejemplos prácticos en su segundo libro “A través del tiempo”.
Su fama fue
creciendo en Estados Unidos y el mundo, sus conferencias llegaron a muchos
países de diferentes continentes e incluso, en nuestro país surgió un
profesional médico psiquiatra, el Dr. José Luis Cabouli, que también ha creado
su método de “terapia de vidas pasadas”, con centro de tratamiento y de
enseñanza a profesionales interesados en el tema.
Weiss no se
contentó solamente con mostrar la posibilidad de recordar en el sueño hipnótico
vidas pasadas y, a partir de ahí, superar traumas psíquicos de la existencia
actual o del presente. En su obra “Lazos de amor” muestra que distintas
personas han estado relacionadas o vienen relacionadas desde mucho tiempo
atrás, en vidas distintas que han compartido en roles de padres, esposos o
amantes, dando lugar a vínculos muy particulares que se han ido conservando o
manteniendo a través del tiempo.
A esta altura ya
de su evolución como profesional en la materia, Weiss se plantea incluso el
problema ético de por ejemplo, cuando encuentra dos personas que están o llegan
a su tratamiento, cada una por su propio camino y él descubre entre estas
personas lazos de amor (o de odio) en el pasado, la forma como llevarlos a
ambos a una nueva relación cara a cara y decirles que ellos vienen arrastrando
de largo tiempo atrás y quizás de varias vidas precedentes los conflictos que
hoy son tema central de sus respectivas actualidades.
Todo lo que
Weiss ha aportado desde sus libros y conferencias también podría ser tomado
como tema polémico en asuntos tan serios como los religiosos. Sabido es que las
enseñanzas budistas u orientales aceptan y predican la reencarnación como algo
natural y lógico en la evolución de la vida de las personas, que no se limita a
una sola y aislada existencia. En tanto la Religión Católica,
que durante mucho tiempo en sus comienzos no fue en contra de la reencarnación,
hace ya largos siglos que ha apartado esa posibilidad de sus dogmas.
Otra crítica que
se ha hecho a los trabajos y postulados de Brian Weiss proviene de quienes
consideran que es posible hacer una regresión hipnótica a vidas anteriores,
pero no de la misma persona que se trata en el presente sino de alguno de sus
antepasados, registrados en su código genético, por lo que sería factible
arrastrar “núcleos psicopatológicos ancestrales”, que se reactivarían en algún
momento y por algún estímulo especial, cual una memoria genética siempre lista
para entrar en acción. Tal lo que postula por ejemplo la psiquiatra rusa Olga
Kharitidi en su libro “El maestro de los sueños lúcidos”, del año 2002.
De una forma u
otra, creo que es importante rescatar la figura de Brian Weiss entre los
innovadores que han introducido ideas que anteriormente no fueron tenidas en
cuenta. Y la hipótesis más reciente de este autor, de su libro “Muchos cuerpos
y una sola alma”, es que a través de la hipnosis no solo se puede regresar a
vidas anteriores sino que también es factible proyectarse hacia vidas futuras,
que permiten a muchas personas verse como habitantes del mundo que vendrá, muy
distinto al actual y ya con el resultado de haber superado la era de los
cataclismos, las guerras y otras miserias que hoy nos perturban la existencia.
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