Si realmente se quiere implementar una
política preventiva, en materia de alcoholismo y drogadicción, ello deberá
hacerse desde una organización que podrá ir en niveles escalonados desde lo más
simple hasta lo más complejo, de acuerdo a los recursos asignados y a las
posibilidades reales y concretas de puesta en práctica. El presente trabajo
tiene una aspiración muy simple y sencilla, cual es brindar a los interesados
en hacer algo efectivo dentro de esta materia la posibilidad de disponer de un
esquema que, respondiendo a pautas científicas, se pueda escenificar sin
grandes gastos ni presupuestos inalcanzables.
Este esquema puede ser aplicado por
cualquier comuna que tenga deseos de prevenir estos flagelos sociales, o por
alguna institución no gubernamental que persiga la misma idea o, más
simplemente todavía, por agrupaciones de padres que deseen brindar un legado a
sus hijos o a los jóvenes de su comunidad. Una metodología muy aplicable de
grupo organizado indica que:
1º) El programa o las
acciones de prevención se llevarán a cabo a través de un equipo
interdisciplinario formado tentativamente por los siguientes profesionales, un
médico, si es posible con formación psiquiátrica o psicológica, un psicólogo si
lo hubiera, un asistente social para trabajar en terreno y uno o dos auxiliares
administrativos para ordenamiento y archivo de todo lo actuado. Sería muy
importante contar con un abogado como asesor letrado, especialmente para
aquellos casos que requieran actuación judicial.
2º) Dicho equipo debería
tener un director general que imparta las directivas y coordine las tareas,
siendo factible que los profesionales integrantes del equipo puedan rotar en la
coordinación de acuerdo a períodos establecidos de antemano.
3º) El equipo deberá establecer las pautas de
sus acciones en base a un diagnóstico conocido, o un diagnóstico presuntivo, de
la situación local, comprendiendo la magnitud del problema, los rasgos de la
comunidad y las demandas de la población.
4º) A partir de esa base, se
deberán formular los objetivos, que deberán ser divididos en: objetivos
generales y objetivos específicos, pudiendo programarse a corto, mediano y
largo plazo.
Objetivo general
Un programa preventivo del
alcoholismo y la drogadicción, por simple y sencillo que se haga, deberá tener
un propósito fijo e inmutable. En este caso, la prioridad debe estar puesta en
el nivel primario de la prevención. Es decir, la concentración del esfuerzo
preventivo deberá dirigirse a reducir al mínimo el número de consumidores de
drogas y bebidas alcohólicas, en especial utilizando mecanismos de enseñanza y
educación que lleven a una concientización temprana de los peligros reales que
implican las drogas y el alcohol.
Objetivos específicos
1º) A los efectos del cumplimiento del
objetivo general, los integrantes del equipo interdisciplinario utilizarán la
metodología de trabajar empleando como medio fundamental la información
concientizadora, la cual se distribuirá y luego comentará entre padres de
familia y jóvenes, buscando también la posibilidad de generar otros canales de
apertura a través de instituciones oficiales o privadas, gubernamentales o no
gubernamentales, centros vecinales o parroquiales, tendiendo en todo caso a ir
creando redes de confiabilidad entre quienes serán los receptores del mensaje
educativo.
2º) La educación informativa
estará dirigida en principio a los padres de familia, teniendo en cuenta que, a
partir de ellos, se constituye el núcleo central de todo grupo de convivencia
humana. Sin embargo, las acciones preventivas no pueden agotarse allí, ya que
hoy la socialización del niño empieza a muy temprana edad, a partir de las
guarderías infantiles o jardines maternales, donde concurren desde muy
pequeños. Una forma posible y específica de prevención primaria sería
informando y trabajando en conjunto con las maestras jardineras para que, desde
sus juegos didácticos, vayan enseñando a los niños de ambos sexos lo que
implican y lo que son las drogas y el alcohol. Los niños, en sus años
preescolares, tienen una gran capacidad de establecer memorias modales, de modo
que esa enseñanza temprana puede ser de capital importancia para sentar una
sólida base, siempre pensando en la prevención.
3º) El programa debe
contemplar también la posibilidad de articular acciones con los docentes de las
escuelas primarias, ya que de esa manera se establecería la posibilidad de
conformar un circuito constante y permanente de formación para los niños,
adecuándolo al grado de desarrollo intelectual, paralelo al desenvolvimiento
escolar.
4º) El programa deberá tener
un lugar físico de asentamiento y reunión de los miembros del equipo
interdisciplinario, el cual deberá estar abierto a todo tipo de consultas
específicas. Desde allí se deberá privilegiar la distribución de la información
actualizada sobre alcoholismo y drogadicción a quienes la soliciten.
Fases operativas
Las fases operativas del
programa contemplarán, ante todo, las variables de riesgo psico social, es
decir los factores de riesgo, la vulnerabilidad familiar, las características
socioeconómicas del medio social donde se actúe, reconociendo que habrá
factores locales que serán diferentes en un lugar y en otro. El peso de esas
variables de interacción familiar y
social irá marcando diferentes perfiles y tipos de drogadicción o de
alcoholismo, o problemas mixtos. Hoy se están observando, en las clases media y
alta, casos de intoxicaciones agudas por mezclas de drogas y alcohol, sobre
todo drogas farmacológicas sintéticas y alcoholes destilados, a los que
generalmente no tienen acceso las clases populares.
Además de los factores de
riesgo, habrá que tener en cuenta pautas culturales particulares, sobre todo a
la hora de la elección de los mensajes y también habrá que respetar principios
religiosos de la comunidad, considerando que en los últimos tiempos la gente se
ha ido abriendo mucho hacia formas no ortodoxas de religión.
El o los trabajadores
sociales incorporados a este programa serán los encargados de efectuar la
detección precoz en terreno, a través de la utilización de todas las herramientas
operativas que les permita emplear su profesión. Incluso ellos mismos pueden
captar situaciones de riesgo que requieran denuncia o exposición policial o
judicial, de ahí la importancia de contar con asesor letrado.
La información tomada en
terreno, como así también la que llegue al programa en forma indirecta o
espontánea, será analizada en conjunto y discutida por los miembros del equipo
interdisciplinario, los que destinarán un día de la semana a tal fin.
La evaluación dinámica de los
objetivos deberá ser permanente y, si es posible, graficada para poder saber
rápidamente si se están cumpliendo las pautas programáticas y, si no fuera así,
identificar precozmente los factores disociativos.
El programa podría extenderse
o compartirse con otras comunidades vecinas, las cuales podrían aportar agentes
a los que se daría instrucción básica en caso de que lo requirieran o, de no
ser así, coordinar las acciones conjuntas para hacerlas extensivas a la zona de
influencia, especialmente en el nivel primario de la prevención educativa, o
sea guarderías infantiles, escuelas primarias y secundarias.
Como apéndice y para tener en
cuenta, el mismo equipo interdisciplinario y con aplicación de idéntica
metodología, puede hacer extensivo un programa de este tipo, de prevención
primaria del alcoholismo y la drogadicción, hacia otra patología social de más
reciente data como es el Sida. En definitiva, lo importante sería poder
unificar una propuesta preventiva que tenga su origen real en el seno de las
familias, se proyecte hacia lo educativo desde los primeros pasos
pre-escolares, se continúe luego en la escolaridad primaria y se termine de
desarrollar en la secundaria. En el caso de los niños, la enseñanza preventiva
debe ser simple y dirigida, como para ir creando conciencia. En los adolescentes,
en especial aquellos que no hayan tenido la oportunidad de recibir algún tipo
de instrucción previa y específica, habrá que dar lugar a una enseñanza un poco
más deliberativa y participativa.
Un programa de esta
naturaleza debiera tender a cambiar lo que se ha venido haciendo en nuestro
país en materia de prevención del alcoholismo y la drogadicción, es decir
acciones aisladas o particulares, publicidad y campañas que han resultado a
todas luces insuficientes y algunas veces equivocadas. Los problemas de salud o
de vida que generan el alcohol y las drogas no son de combatir fácilmente, sino
todo lo contrario, de ahí que intentemos poner en manos de los interesados al
menos estas bases programáticas, desde las que se puede realizar algo con
metodología y orden, dándole verdadero sentido a tantas buenas intenciones que
a menudo naufragan en el mar de una inadecuada aplicación.
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