Toda una nueva gama de perspectivas se abre hoy
para la mujer moderna que, en los medios más desarrollados, ha llegado a su
cuarta década de vida. Objetivos propios, posibilidades de dar vida a proyectos
anteriores y una forma más madura de encauzar las relaciones interpersonales y
de pareja, en un mundo cambiante y en constante evolución.
Han dejado atrás,
muchas de ellas, el tiempo de los pañales y de las malas noches, biberones y
canciones de cuna, propios de la maternidad temprana. Hasta casi se han
olvidado, muchas de ellas, de las primeras sonrisas y el balbuceo de “mamá”,
que tanto las emocionó cuando eran más jóvenes. Es que, desde el ingreso a la
década de los 40 años, están atravesando una nueva etapa en la que la mujer siente
que su cuerpo y mente se han transformado, o van camino hacia transformaciones,
de las que, muchos años atrás, no se tenía conciencia tan clara.
Tradicionalmente,
solía entrarse después de los 40 años en un período de renunciamientos y
pérdidas: hoy, las cosas han cambiado mucho y la mujer puede recorrer todavía
un camino que nos haga sentir lindas, coquetas y, lo que es más importante, nos
toca a nosotras mismas atendernos.
Un aspecto que, en
esta etapa de la vida de la mujer, no se puede perder de vista es el cuidado
del cuerpo, del que nunca deberían olvidarse, para que sus maridos, amigos o
novios, tampoco se olviden de ellas, en una sociedad que cada día exige mucho más
todavía. En estos tiempos post modernistas, las mujeres no son lo ingenuas que
fueron sus madres y abuelas, sino que tienen la obligación tácita de ser
creativas y originales, para que les den cabida en lugares y posiciones que
antes eran patrimonio exclusivo de los hombres.
Si como mujeres
alguna vez se sintieron las reinas del hogar y estuvieron orgullosas de ello, a
comienzos del segundo decenio del Siglo XXI no pueden conformarse solamente con
atender las necesidades y obligaciones de sus hijos, ya que la vida moderna les
exige imaginación, sobre todo cuando aceptan y asumen roles de trabajadoras.
Este solo hecho las
lleva al ámbito del mundo laboral, en el que actualmente tienen tantos derechos
como obligaciones a la par de los hombres, sin necesariamente tener que
competir con ellos.
Las relaciones de
trabajo son también un desafío para quienes no tienen un lugar fijo y luchan
por él, o deben ejecutar una profesión u oficio independiente, ya que si
procuran alcanzar un puesto laboral deberán esforzarse al máximo para
alcanzarlo y, si lo tienen, dada la inestabilidad de nuestros días en el mundo
del trabajo organizado, nunca sabrán si mañana lo podrán mantener.
El clima familiar no
escapa a la influencia de la mujer con experiencia, aunque en ello haya
demasiada tradición todavía en muchas sociedades. Por una parte están los
que piden que sean esposas o compañeras
cariñosas, amantes y creativas. Sin embargo, el nuevo discurso sobre la mujer
moderna les dice que aquellas típicas fantasías femeninas de la literatura
clásica hoy ya no tienen cabida, en un mundo en constante evolución.
A menudo nos
responsabilizan de la administración del hogar y debemos hacer maravillas para
estirar el valor del peso, hacer las compras adecuadas, buscar los precios más
económicos, adquirir la heladera o el lavarropa que reúna las mejores condiciones
en la ecuación costo-beneficio.
Es difícil ser mujer
en todas las edades, pero pasados los cuarenta años cada vez se les perdonan
menos cosas. Sí, resulta difícil, pero no es imposible y muchas de ellas creen
y lo manifiestan que las mujeres de hoy deben jugarse al máximo, porque la
cuarta década de la vida femenina es una etapa clave, en la que seguramente se
pueden tener muchas respuestas para brindar, pero también algunas dudas para
intentar resolver.
Puede ser también el
período ideal para que se traten de consolidar en sus vidas algunos proyectos
que, en otras épocas no tan lejanas, no se hubieran animado ni siquiera a
pensarlos. Sin embargo, sabiendo llevarlos a cabo, ahora pueden intentar y
conseguir ejecutarlos.
Y, en estos tiempos
de crisis, como los que nos toca vivir, realmente uno se sorprendo muy seguido
cuando ve lo que muchas mujeres están aportando, sus dosis de valor, fuerza y
coraje, como verdadero sustento de sus vidas familiares.
Y eso no es poco, al
contrario. También me ha tocado ver el reverso, es decir la mujer que se aleja
de sus hijos y de su hogar para siempre, porque entiende que eso es “poco” para
ella, o porque directamente la cotidianeidad de la casa la precipitó en una
situación de convivencia sin salida.
Hoy, a los 40 años,
en la mujer, tienen cabida otros valores, pero al mismo tiempo se revitalizan
algunos “históricos”, como la maternidad. En épocas pretéritas, una madre
llamada despectivamente “añosa” sentía
casi vergüenza de mostrar su vientre prominente.
Por suerte, hoy con
los avances de la ginecología, la obstetricia y la genética, no sólo pueden dar
a luz con orgullo, sino también cumplir los otros roles a los que las ha
llevado la vida actual.
Pero no todo son
rosas en esto de ser mujer “cuarentona”, porque a veces los golpes afectivos y
emocionales les debilitan el alma y no encuentran otros refugios que no sean el
alcohol, o las drogas, o el juego compulsivo, que tanto daño les hacen a su
condición femenina, pero que no podemos negar como realidad del camino más
árido, ese al que siempre deberían tratar de sacarle la cara, pero no siempre
pueden esquivar.
Ahí más que nunca, la
mujer en crisis necesita comprensión y apoyo porque cuando llegan a esas
instancias es porque se quedaron sin reservas para seguir luchando, lo cual es
grave.
Tampoco podemos
hacernos los desentendidos cuando se trata de mujeres maltratadas, física y
psíquicamente, que deben soportar humillaciones y castigos inmerecidos, por lo
general, por parte de hombres inseguros, celosos, impotentes sexuales o
machistas trasnochados, que sólo conocen el código de imponer su voluntad o su
razonamiento, haciéndolas sentir como seres inferiores, desvalorizando sus
logros o no reconociendo sus valores.
Y así como hay
algunas capaces de librarse de estos yugos hogareños, tal vez sean más las que
sufren en silencio y terminan convertidas en depresivas crónicas, ansiosas,
distímicas, bipolares, o melancólicas sin esperanzas.
Me pregunto si no será
ya la hora de que la mujer de cuatro décadas empiece a no tener más miedo a la
ruptura de la dependencia respecto del hombre. Que se pongan, de una vez por
todas, a recorrer sin complejos el camino de la vida, un sendero plagado de
obstáculos, pero también con mojones de belleza para equiparar las cargas.
Si pensamos y creemos
que, verdaderamente, hay un camino hacia la eternidad, lo que realmente vale
más que cualquier otra cosa es la reafirmación de la femineidad dentro de ellas
mismas. Y eso empieza hablándole a su cerebro desde el propio corazón, con
frases simples y sencillas como “hoy puedo”, o tal vez “hoy lo lograré”. ¿Por
qué? Porque la vida de una mujer, la vida en serio, recién comienza a partir de
los cuarenta. Y no sólo para algunas cosas, para todo, desde ser madres hasta
ser esposas, desde abuelas hasta trabajadoras. La receta...muy sencilla,
simplemente ser mujer y no quedarse ni morir en el intento.
Para ello, es muy
importante que las señoras de cuatro décadas conozcan al menos los rudimentos
de lo que biológicamente ocurre en sus organismos corporales.
Hasta los 40 años de
edad, el cuerpo biológico de la mujer se rige por el equilibrio entre dos
hormonas, estrógeno, la hormona de los primeros 14 días del ciclo de 28 días y
progesterona, la hormona de los segundos 14 días con la menstruación como
resultado final del fenómeno femenino natural.
Están en el cuerpo,
pero para actuar fundamentalmente en caso de embarazo, otras tres hormonas:
folículo estimulante, luteinizante y prolactina….A los 40 años se produce la
iniciación del climaterio, lo que se caracteriza, hoy claramente demostrado,
por un decaimiento de los valores de estrógeno, proceso que va a seguir
avanzando lentamente hasta los 50 y algún años, en que los estrógenos caerán a
cero y se instaurará la menopausia….
Pero, desde los 40
hasta los 50 años, lo que ocurre es un continuo decaer del estrógeno y un
incremento muy notable en la sangre de la mujer de la hormona folículo
estimulante….Esta hormona, llamada FSH, es la que mantiene la ovulación en la
mujer de cuatro décadas, la responsable
de los embarazos después de los 40 años, a veces 50, y ejerce una estimulación muy fuerte sobre el ovario y sobre los centros encefálicos estimulantes de la sexualidad….
de los embarazos después de los 40 años, a veces 50, y ejerce una estimulación muy fuerte sobre el ovario y sobre los centros encefálicos estimulantes de la sexualidad….
De modo que, ese
impulso muy grande hacia la sexualidad que siente la mujer en la década de los
40 y otras lo extienden a los 50 años, no es porque se vuelva más “loca”, por
no decir otra palabra….sino que es el
resultado del efecto que produce el alto nivel de hormona folículo estimulante
(FSH).
Justamente con
regular frecuencia salen en muchos medios masivos de comunicación y se comentan
en los noticiosos de la televisión y la radio, con notas en la calle inclusive,
que el mejor sexo de la mujer es el de los 40 años largos y algo más, lo cual
es claramente atribuíble al efecto de la hormona folículo estimulante….
Por supuesto que las “entrevistadas”
en la calle dijeron otras cosas, como que eso se debía a que los hijos son más
grandes, porque tienen más experiencia y porque es mayor el deseo sexual….
Esto me lleva a redondear
que, lo que los psicoanalistas llaman “protesta femenina”, es decir un
incremento en el deseo sexual de mujeres que teóricamente deberían ir
menguándolo, no es otra cosa que la respuesta psíquica del cuerpo erógeno de la
mujer al nivel sobreelevado de hormona folículo estimulante en su sangre….
El mecanismo psíquico
destinado a ralentizar, o quitarle fuerza a este verdadero hervidero hormonal,
es la sublimación…..o la transformación de la energía libidinal en energía de
propósitos nobles…..Lucha difícil y por cierto dolorosa, sobre todo para la
mujer que merece gozar tanto de su cuerpo cuanto de su espíritu…
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