miércoles, 19 de septiembre de 2012

Relaciones Empàticas


Dice Daniel Goleman en su último libro “Inteligencia Social”, editado en septiembre del año 2006: “En este libro apunto a descorrer el telón a una nueva ciencia emergente, una ciencia que da a conocer casi todos los días sorprendentes percepciones de nuestro mundo interpersonal”. De la lectura y reflexión de ese texto podemos sintetizar que:
El descubrimiento más fundamental de esta disciplina es que los seres humanos estamos fabricados y conectados para establecer relaciones profundas con el prójimo. La neurociencia ha descubierto que el diseño mismo de nuestro cerebro lo hace inexorablemente atraído a un íntimo enlace cerebro a cerebro, cada vez que nos relacionamos con otra persona.
Este puente nervioso nos permite hacer impacto en el cerebro y, por ende, en el cuerpo de cualquier persona con la que interactuamos, así como también lo hacen esas personas con nosotros. Incluso, nuestros encuentros más rutinarios, actúan como reguladores en el cerebro, preparando nuestras emociones, algunas deseables, otras no.
Cuanto más fuerte nos relacionamos emocionalmente con alguien, mayor es la fuerza mutua. En nuestros intercambios más potentes, durante esos enlaces neurológicos, nuestros cerebros se entregan a una danza emocional, una danza de sentimientos, en la que participan un tipo especial de células que se han denominado “neuronas espejo”.
Nuestras interacciones sociales funcionan, a partir de ellas, como moduladores, algo así como termostatos interpersonales, que continuamente reacomodan aspectos claves de nuestras funciones cerebrales, a medida que se orquestan nuestras emociones.
Las neuronas espejo se ponen en funcionamiento cuando dos personas se encuentran por primera vez, luego se enamoran, después se besan por primera vez y llegan juntos a descubrir lágrimas no derramadas. Es una especie de radar interpersonal que hace unir la sintonía de la mente con el cuerpo.
Los sentimientos resultantes tienen consecuencias de largo alcance, que nos recorren todo el cuerpo, enviando torrentes de hormonas que regulan los sistemas biológicos, desde el corazón hasta las células inmunológicas.
Hasta un grado sorprendente, entonces, nuestras relaciones no solo moldean nuestras experiencias sino también nuestra biología. El enlace cerebro a cerebro permite que nuestras relaciones más fuertes se sincronicen en aspectos tan frívolos como reirnos de las mismas cosas o profundos como activar las hormonas.
El enlace es una espada de doble filo porque nuestras relaciones pueden ser nutritivas, con un impacto beneficioso sobre la salud, o pueden ser tóxicas actuando como un veneno lento sobre el cuerpo. Prácticamente todos los descubrimientos científicos que se presentan en este libro han surgido después del año 2000.
Por su parte, Alexa Mohl, en el primer tomo de El aprendiz de Brujo, dice que: “Los críticos de la PNL, cuando arremeten contra la creación consciente de una sintonía entre dos personas, insisten en los posibles efectos manipuladores que pueden originarse”. Nadie niega, por supuesto, que es posible manipular a otros empleando eficaces técnicas de sintonía interpersonal, sobre todo cuando se trata de contactos superficiales o aislados, que no permiten reconocer o analizar con detalles las estrategias que guían a los interlocutores terapéuticos.
Ahora bien, los procesos que se ponen en marcha dentro de nosotros cuando aplicamos estas técnicas son tan importantes como la impresión que podamos provocar en la otra persona. De ahí que toda técnica de sintonía con el prójimo sea una técnica empatica, esto es procedimientos que nos permiten penetrar en el mundo íntimo de los individuos y contemplarlo con los mismos ojos, captarlo con los mismos oídos y experimentarlo tan intensamente como el otro.
Lo seres humanos poseemos la capacidad y la sensibilidad innatas necesarias para comprender y entender a nuestros congéneres. No obstante, el enfoque economista de nuestra cultura nos ha llevado a descuidar la vertiente emocional de nuestras vidas, sobre todo en el ámbito de las profesiones. Conviene recordar que, en nuestras vidas, debemos desempeñar muchas otras funciones, además de lo puramente laboral y lo rutinario de lo existencial diario.

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