martes, 18 de septiembre de 2012

Deepak Chopra: Del poder de la mente Al valor del espíritu


Desde hace poco más de diez años, el nombre de Deepak Chopra viene creciendo en el mundo, como representante de una nueva medicina en la que el poder de la mente goza de todas las potencialidades imaginables. Pero, en los últimos tiempos, su prédica se ha concentrado en la fuerza transformadora del amor y en la espiritualidad del ser, como caminos fundamentales hacia una transformación positiva del género humano.

En sus distintas variedades clínicas, el cáncer sigue siendo uno de los principales enemigos de la vida. La lucha contra esta enfermedad es una constante desde distintos estamentos científicos que abarcan un sinnúmero de posibilidades terapéuticas variadas: quimioterapia, rayos, cirugía y, cuando se pierden las esperanzas de esos tres procedimientos clásicos, toda una gama de métodos llamados alternativos.
Así fue durante muchos años y, en alguna medida, así continúa siendo en la actualidad en la mayoría de los casos de neoplasias que pasan por los hospitales generales o específicos.
Sin embargo, allá por 1991, apareció en el horizonte de la terapéutica anticancerosa el nombre de un médico hindú, radicado y perfeccionado en su profesión en los Estados Unidos, pero profundamente ligado a sus tradiciones ancestrales, el Dr. Deepak Chopra.
Su obra principal, revolucionaria en muchos aspectos, se llamó “La curación cuántica” y en ella el autor se atrevió a desafiar sin complejos lo que hasta entonces era un paradigma médico indiscutible: el hecho de que la célula cancerosa, diferenciación maligna en un tejido normal, tenía mucho más potencialidad que la célula típica y un poder de reproducción varias veces mayor, de ahí su tendencia invasora y destructiva sobre el organismo vivo.
Al Dr. Chopra no se le ocurrió negar eso ni tampoco se puso en contra de ninguno de los métodos tradicionales y clásicos de tratamiento. Por el contrario, aceptó las verdades de la realidad material, aunque insinuó lo que sería la base de su pensamiento: si realmente la célula cancerosa tiene gran potencialidad y capacidad de reproducción, hay un poder interno mucho más fuerte que puede incluso frenar su desarrollo y detener su evolución. Ese poder, decía Chopra en su libro, está en la mente humana y sus ancestros ya lo utilizaban en los albores de la civilización.
En ese libro, que hoy tiene un valor incalculable, Chopra hablaba de técnicas ayurvédicas y ejercicios mentales de energización para crear un campo interno capaz de detener el avance y la destrucción provocados por el cáncer, sin alterar en lo más mínimo los tejidos normales del cuerpo.
La curación cuántica no era otra cosa que el resultado favorable de una batalla mental contra el cáncer, que incluso podía librarse en casos de los llamados terminales, es decir aquellos en los cuales la ciencia convencional se entregaba derrotada.
El Dr. Chopra se ganó un lugar y una consideración muy importante a partir de la publicación mencionada, siguiendo luego toda una serie de obras que respondían a una misma filosofía existencial.
Otro de sus textos leídos en todo el mundo fue “La perfecta salud”, sentando las bases de un cuerpo sin enfermedades de ningún tipo, a partir de una mente limpia y sana, alimentado en forma correcta y con productos de asimilación natural, incapaces de dejar restos tóxicos de sus metabolismos.
Algo más adelante en el tiempo, Deepak Chopra dio otro salto hacia la consideración internacional de su persona y de sus teorías, cuando centralizó el objeto de sus últimas investigaciones en el proceso del envejecimiento humano. En su libro “Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo”, Chopra volvió al “leit motiv” de su pensamiento, es decir, el poder de la mente como elemento regulador y ralentizador de lo que habitualmente se conoce como envejecimiento.
Volvió a proponer el desarrollo de nuevos paradigmas, para entender al paso de los años como un proceso normal, susceptible de ser aceptado normalmente y extendido sin necesidad de un deterioro biológico prematuro ni tampoco con la posibilidad de un curso demencial por el sólo hecho de pasar los 80 años de existencia.
Hasta aquí, el nombre de Chopra era automáticamente asociado al de un médico que reparó, más que ningún otro en los últimos tiempos, en la capacidad potencial de la mente humana como factor regulador no solamente de la salud sino también de la lucha contra la enfermedad.
Pero, lejos de seguir insistiendo sobre la misma idea, tratando de encontrar nuevos argumentos y renovados fundamentos para demostrar su razón, en 1994 Chopra saca a la luz un librito que también hace “época”.
Se trata de: “Las siete leyes espirituales del éxito” que, como él mismo lo aclara en el prólogo, no son sino las siete leyes espirituales de la vida. Y aquí el hombre que vino de la India a los Estados Unidos, no para renunciar sino para revivir a sus ancestros raciales, deja un tanto de lado el tema del poder de la mente para entrar en un terreno más profundo: destacar que la fuerza más poderosa, si bien movilizada desde el pensamiento, no es otra que el poder del amor.
No se trata de un simple ni complejo cambio de discurso, lo que verdaderamente ocurre es que el Dr. Chopra hace una profundización hacia el verdadero espacio central de la mente, desde donde brota ese caudal energético indetenible, movilizado a partir del amor.
Y corona precisamente su nueva concepción, que no es sino una evolución natural, un pasaje en limpio de la anterior, en el sentido de que la verdadera fuerza curativa y proveedora de perfecta salud es el amor.
Esto queda claro y magníficamente expresado en su libro de 1997 titulado: “El camino hacia el amor”. En todo este sendero que hemos resumido y que abarca aproximadamente una década de la producción literaria médica del Dr. Deepak Chopra, nos damos cuenta si avanzamos cronológicamente en su lectura que, del médico tratante de enfermos que se nos presenta en sus primeros escritos, vamos pasando con el tiempo a un filósofo de la existencia. Y Chopra sigue avanzando, nos da la posibilidad de escucharlo durante tres horas en su conferencia de la ciudad de Córdoba, Argentina, del 10 de octubre del año 2001 y ya habla de algo más profundo todavía: de tres niveles de realidad, un primer nivel de realidad material, un segundo nivel de realidad cuántica y un tercer nivel de realidad divina o realidad espiritual.
Y, para poder seguirlo a este Chopra de nuestros días, hay que tener trabajo interior, elaboración de conflictos internos, energía positiva en hemisferios cerebrales claros y una apertura total y absoluta hacia el amor, fuente de toda riqueza, de toda salud y de toda belleza.
Lástima que, a la hora de transmitir sus enseñanzas, los cursos del Dr. Chopra se cotizan exclusivamente en “realidad material” a precios que oscilan entre los 1.500 y los 6.000 dólares. El marketing pudo más que el espíritu de este genial hindú, que nos habla con amor y nos cobra sin pudor.


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