miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mujer...Crecer siempre, Envejecer jamàs


En la vida de la mujer, el climaterio y la menopausia constituyeron clásicamente un período llamado de la “edad crítica”. Y en realidad lo fue para muchas mujeres que, durante buena parte del Siglo XX, lo vivieron casi como un estigma. Pero, después de los años ’60, las grandes transformaciones sociales y la liberación de la mujer de casi todos los preconceptos existentes, como así también una serie de adelantos en la medicina y la psicología, le dieron a esta etapa biológica un sentido y una dimensión muy diferente a la que había tenido hasta entonces.
Si el envejecimiento es un proceso irreversible para la especie humana, no lo es así el crecimiento, que puede ser indefinido y que ayuda a sobrellevar todo lo demás.
El climaterio es, ante todo, un período vital de la mujer, en el transcurso del cual la maternidad y el sexo irán perdiendo su interdependencia fisiológica, hasta llegar a la definitiva separación de esos procesos con la instauración de la menopausia. Esto que, durante largo tiempo fue una constante para la evolución del sexo femenino, hoy ha adquirido dimensiones totalmente diferentes, a la luz de los avances que se han dado en las ciencias biológicas, la medicina y la psicología.
En la actualidad, son las mujeres con menos capacidad de ajuste sexual, las de carácter rígido y con un campo de intereses muy limitado, las que presentarán las mayores dificultades de adaptación a este tiempo de modificaciones hormonales, corporales y psíquicas. No tanto así aquellas que tengan una actitud más abierta a los cambios.
Bueno es saber que, en esta etapa, la mujer puede revivir en su inconsciente las experiencias y conflictos psicológicos de situaciones vividas anteriormente. Algunos autores han creído ver en el tránsito del climaterio a la menopausia la contrapartida del desarrollo de la pubertad. Han visto como elementos comunes que se reimplantan las vacilaciones y las dudas, el temor al futuro, una intensificación y a la vez rechazo de la sexualidad, una oscilación entre el deseo, la pasividad y la actividad.
Pero, la idea tradicional enlazaba que, mientras en la pubertad todo se iba adquiriendo, en el climaterio todo se iría perdiendo, en una especie de fatalismo irreductible, con punto final en la menopausia. Y aquí es donde ha cambiado totalmente la psicología de la mujer moderna, que ya no ve el final de nada sino que incluso advierte el comienzo de una nueva etapa, donde el crecimiento sigue siendo posible, aunque el envejecimiento empiece a dar sus primeras señales, con todo lo que ello significa en temores o angustias pasajeras.
De esa manera, durante años, el clima de las fantasías, los deseos y conflictos en la pubertad,  fueron enmarcados en un “demasiado temprano” de la misma forma como en el climaterio fueron vistos desde la perspectiva de un “demasiado tarde”. Hoy la mujer que vive al día con la época que le toca transitar en el mundo sabe que toda tardanza es susceptible de ser recuperada y que siempre puede haber una nueva oportunidad si se propone buscarla y encontrarla.
Pese a los cambios biológicos de carácter regresivo que se observan durante el climaterio y al llegar la menopausia, en esas etapas se pueden estimular procesos psicológicos capaces de llevar, bajo condiciones favorables, a un mejor dominio y adaptación al proceso del paso del tiempo y su incidencia en la vida de la mujer.
Bajo esta perspectiva, se estima que la mujer que logró no solo una maternidad feliz, sino también un desarrollo personal armónico, no va a sufrir mayormente una desexualización de sus emociones. Primero porque han caído viejos tabúes sexuales que inhibían a la mujer y segundo, porque esa misma mujer podrá tomar las energías que antes estaban cargadas eróticamente y usarlas en un nuevo modo de vinculación con su ambiente social.
Aquella mujer que logró madurar y gratificar sus instintos y su maternidad, sintiéndose además plena en su desarrollo personal, tendrá un climaterio y una menopausia muy distintos al de la mujer neurótica que sufre por no haber logrado sus fines sexuales, que vive además cargada de otras frustraciones y que, con mucha frecuencia, cae presa de la angustia ante la inminente pérdida de sus atractivos físicos, o pone toda su voluntad en repararlos a través de cirugías u otras enmiendas externas, sin tomar en cuenta que lo más importante pasa por el estado interno de su ser.
En muchas sociedades primitivas, distintos antropólogos han estudiado y comprobado que la mujer climatérica o menopáusica lejos estaba de restringir su vida sexual y tampoco perdía su lugar como mujer de conocimiento, pudiendo incluso formar nuevas parejas con hombres más jóvenes, sin por ello perder para nada el respeto que sus años le daban.
La vida previa que una mujer haya llevado antes del climaterio y la menopausia será un factor fundamental a la hora de enfrentar la crisis biológica y tres factores a tener en cuenta serán su sexualidad, la maternidad y la realización personal. La importancia de la maternidad como factor atenuante de los efectos del climaterio y la menopausia es reconocida sobre todo cuando los hijos se independizan jóvenes y la mujer puede dedicarse mejor a sus propias actividades, sean profesionales, artísticas, o de ama de casa.
Por lo general, la reacción de la mujer que no ha tenido hijos, frente a la menopausia, es intensa aunque tenga su profesión, un ambiente social favorable u otras fuentes de gratificación. La mujer adulta joven, durante cada ciclo menstrual, consciente o inconscientemente, se forja la fantasía de gestar un hijo.
Con la llegada del climaterio se agudiza el temor a que esto sea irrealizable, o suele ser muy doloroso, desembocando a menudo en la actualidad en cuadros patológicos de mantenimiento de la ilusión, mediante tratamientos hormonales, fantasías de inseminación artificial, o crearse una maternidad de probeta, posibilidades al alcance del deseo en las sociedades más desarrolladas y a las que muchas mujeres con capacidad económica adquisitiva echan mano en nuestros días.
La mujer sexualmente muy reprimida, que sufrió mucho por una sexualidad insatisfecha, queda a veces aliviada frente al climaterio y la menopausia. Otras veces, la mujer frígida intenta compensar, a través de una renacida avidez sexual, su insatisfacción que seguramente se remonta a su etapa oral primitiva. Aquella mujer que hizo del atractivo físico el norte de su vida reaccionará ante el climaterio re-erotizando todo su cuerpo y pensando que siendo linda y atractiva por fuera seguirá viva por dentro. Para ella, ser joven es ser linda y buena, el hada de los cuentos; ser vieja, es ser bruja y mala, en la metáfora de su inconsciente.
En los casos extremos de psicosis involutivas, se dan dos ideas predominantes: la idea paranoide de ser perseguida y robada, cuando no seducida y abandonada; y la idea depresiva, de que envejeciendo ya nada vale la pena y  la vida no tiene más sentido. Afortunadamente, cada vez se ven menos estos ejemplos de situaciones o posiciones psicológicas extremas. Hoy son mucho más comunes otro tipo de conflictivas.
La mujer moderna llegada a esta fase de su vida cree a menudo tener que elegir entre maternidad y trabajo (se han multiplicado, tanto por factores sociales como biológicos, los casos de maternidad incluso primeriza en este período). Muchas veces el ama de casa tiene que luchar internamente entre la obligación de sus tareas domésticas y el sueño de un goce sexual postergado, o entre asumir su papel de ama de casa o buscar una posición social propia importante.
Y en esa selección de objetivos con frecuencias se producen renuncias y cada renuncia tendrá sus consecuencias. Cada vez las hay menos, pero todavía las hay, las mujeres que renunciaron a una profesión por el cuidado de sus hijos, se quejarán en esta etapa del abandono y la ingratitud de estos. También algunas que dejaron de lado la maternidad por el logro de una posición social o profesional se lamentarán de su destino, o harán opción a las nuevas técnicas fecundativas no del todo impuestas en nuestro medio.
De todos modos, lo importante es que las mujeres no lleguen a repudiar jamás su feminidad desde cualquier posición que ocupen. El mantenimiento de una mente abierta, el aceptar los cambios que el mismo transcurrir del tiempo trae consigo, el entender la vida como un proceso evolutivo que nunca se agota en si mismo y el aceptarse tal cual uno es en el lugar del mundo donde lo puso la vida, son los elementos para tener siempre al alcance de la mano, toda vez que se sienta que alguna crisis está pasando cerca de uno.

Por eso, el climaterio, la menopausia, la senectud, o el período que nos toque transitar, debe ser un escalón más de esa escalera interminable que es el crecimiento personal, una espiral sin fin que nos debe llevar al desarrollo de todas nuestras potencialidades humanas.

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