Voy a
referirme a un aspecto por lo general poco tratado dentro de las temáticas que
hoy tienen como epicentro a la mujer. Es el mundo del pensamiento mágico, esa
increíble estructura mental, negada y desvalorizada por los materialistas de
todas las épocas, pero siempre presente desde los albores mismos de la
humanidad.
En un
rápido transcurrir por la historia escrita de nuestra especie viviente, nos
vamos a encontrar, allá en los albores de la noche de los tiempos, con las
primeras prácticas chamánicas, o sea con los orígenes del chamanismo, un
fenómeno transcultural por excelencia que se manifestó con características muy
similares a lo largo y a lo ancho de la tierra, sin fronteras de ninguna índole
y que todavía persiste en muchas partes del mundo, en América especialmente en
Perú y México.
El
mundo de los chamanes fue y sigue siendo
el mundo de las curaciones mágicas y de la brujería, el mundo de poder
manejar las fuerzas de la naturaleza, el mundo de los milagros y de los poderes
ocultos, un mundo en el que siempre estuvo involucrada y fue gran protagonista
la mujer.
Por
algo, en etapas o épocas oscuras de la historia, se condenó a tantas mujeres a
la hoguera y se realizó lo que la memoria popular eternizó como “caza de
brujas”.
Este
hito histórico nos sirve para reafirmar los lazos innegables entre la condición
femenina y la magia. Por algo también algún poeta enamorado le cantó a la mujer
sobre la magia de su encanto.
Pero
no quiero aburrirlos con una síntesis o reseña histórica de los precios que
debió pagar la mujer, precisamente por involucrarse con tanta facilidad en el
mundo de lo mágico.
Prefiero
más bien utilizar este pequeño espacio para tratar de hacerles ver y comprender
que la mujer es mágica por naturaleza y no solamente las chamanas de verdad son
capaces de hacer milagros.
En el
mundo actual, en medio de una enorme confusión, marcha mucha gente y van
numerosos jóvenes hacia un destino incierto, porque no saben como caminar por
él.
El
cuerpo es el que nos lleva, porque a través de los órganos de nuestros sentidos
capta y percibe la realidad. La mente es quien nos dirige porque piensa,
decide, impulsa, rearma. Pero, entre el cuerpo y la mente hay una gran cantidad
de claroscuros que entorpecen nuestra marcha por el sendero de la vida.
Entonces
nos hacemos la pregunta de cómo poder avanzar en el tiempo y el espacio con la
menor cantidad de tropiezos, si fuera posible sin caídas ni magullones.
De mi
parte, empezaría diciendo que hay que hacer algo en lo cual todas las mujeres
son expertas: mirar con los ardientes ojos del corazón para así utilizar la
agudeza visual interna e identificar las sombras negativas de la propia
psiquis.
Nada
nos ayudará más, en esto de disipar esos negros nubarrones que oscurecen
nuestra razón que el uso confiado y correcto de la intuición, otro de los
aspectos esenciales del ser femenino. La intuición es la llave que le permite a
toda mujer mantener los sentidos despiertos. Es la llama que abre el fuego de la
sabiduría.
En la
vigilancia y la comprensión de las fuerzas negativas y los desequilibrios,
tanto interiores como exteriores, la mujer debe despertar y hacer un acopio de
voluntad para sostener en alto la luz que la ilumina desde su interior. Y esto
lo ven solamente las mujeres porque el hombre, por lo general, no se detiene en
su vida en este tipo de consideraciones.
Cuando
una mujer descubre su propia luz interior, afloran a su conciencia los milagros
de la belleza profunda del mundo y de los seres humanos. Con esta penetrante
luz, la mujer puede ver un buen corazón más allá de una mala acción, puede
descubrir un dulce espíritu hundido por el odio y puede distinguir las capas
profundas de la personalidad, las intenciones y los motivos ocultos que impulsan
a los seres, como lo destaca la psicóloga Clarissa Pinkola Estés en su libro
“Mujeres que corren con lobos”.
Es la
misma luz que, en la mujer la lleva a dar a luz, es decir a crear vida porque
la mujer es fuente de luz. Es la misma luz que le permite separar la conciencia
y la inconciencia en su propio yo y en los demás.
La
luz interior de la mujer es como la vara mágica de la sabiduría, es el espejo
en el cual se perciben todas las cosas, las buenas y las malas. Las capas de
nubes negras que ocultan la verdad, quedan disueltas ante el poder de esta luz
interior.
La
metáfora de la mujer, la bruja, volando sobre la escoba, es uno de los
símbolos, para mí, más acabados de la condición femenina. Esa mujer que, escoba
en mano, es capaz de hacer todo lo que se puede hacer en un hogar con dicho
elemento.
Pero
hay tal identificación entre una y otra, entre la mujer y la escoba que, a la
hora de ser mágica, de poder volar hacia otros mundos, la mujer lo hace montada
sobre una escoba.
Su
propia intuición femenina le dice que, para volar sobre el mundo, hay que ir
agarrada de la escoba. La mujer se despega, aleja sus pies de la tierra,
montada sobre el elemento que, precisamente, la conecta con la tierra. Qué
hermosa paradoja…
Pero
volvamos a la intuición, Una manera de
fortalecer la conexión con la intuición consiste en no permitir que nada ni
nadie reprima esas, las más intensas energías, es decir las propias opiniones,
pensamientos, ideas, valores, etcétera.
La
intuición es lo que le permite a la mujer avizorar anticipadamente lo útil y
separarlo de lo inútil, o advertir cuando algo va a ser creativo y no
destructivo. La intuición también le ayuda a integrar y dirigir sus acciones.
La
naturaleza instintiva tiene la habilidad, a través de la intuición, de medir
las cosas a primera vista, de sopesar el instante que se vive, de limpiar los
desperdicios que rodean a una idea, de identificar la esencia de las cosas y de
infundir vitalidad. La intuición ayuda a clasificar, comprender, organizar y
ordenar la vida psíquica.
Otra
virtud típicamente femenina que ayuda a la mujer a avanzar por el camino mágico
de la vida es su imaginación. Le permite crear historias increíbles y dotarlas
de una fuerza y un realismo que las hace sentir como verdaderas.
Para
que todo esto pueda tener lugar, hay que vivir purificando los pensamientos y
renovando regularmente los valores individuales y colectivos. Deben irse
eliminando progresivamente las trivialidades de la mente, limpiando con
regularidad los estados emocionales superficiales para dar paso a los
profundos.
La
mujer permanentemente trata de encender un fuego duradero para mantener
constante su creatividad, lo que se refleja tanto en un plato de comida como en
el orden de su casa.
En
ella es muy importante observar el poder de su inconciente y su funcionamiento,
ya que de allí podremos aprender muchas cosas más acerca de la vida y de la
muerte.
La
cualidad de la intuición forma parte de lo natural que toda mujer posee y no
todas llegan a desarrollar como correspondería.
Ahora
bien: ¿Qué pasa cuando una mujer descubre sus cualidades mágicas pero a la vez
tiene una formación científica o académica?. Me parece muy interesante rescatar
parte del testimonio de la Dra. Olga
Kharitidi, una médica psiquiatra y chamana rusa que así expresaba el fuerte
conflicto interior que le significó aceptar su doble naturaleza lógica o
racional y mágica o sobrenatural:
"En
mi interior se encendió una controversia acerca de lo que debía hacer. La
curación no ortodoxa chocaba de frente con el ateísmo que constituía uno de los
bloques fundamentales de la cultura oficial soviética. Recordaba
permanentemente la voz aburrida y monótona de uno de mis profesores de la
escuela, cuando nos decía que la nueva conciencia socialista nos permite ver
las viejas creencias sobre el curanderismo ritual como lo que realmente son:
anticuadas insensateces religiosas".
Una
profesional médica con sólida formación académica de grado y postgrado, no pudo
convencerse fácilmente de la existencia del mundo chamánico y, menos aún, de
que allí ella tendría reservado un lugar para el resto de su vida. Sin embargo,
una intensa experiencia interior la llevó a convencerse de todo lo que le pasaba.
Su
mensaje de revelación - aceptación es muy claro y contiene verdades que nos
obligan a reflexionar. Y tomo aquí el relato de la Dra. Kharitidi
porque para mí es una pieza valiosísima: "Mírate a ti mismo y mira a los
seres que tienes a tu alrededor, los seres humanos combinan el presente, el
pasado y el futuro para crearse a si mismos. Si están atentos, observarán que
eso ocurre en cualquier persona y en cualquier situación. Miren a su alrededor
y verán muchos ejemplos interesantes de lo que les digo. Pero, cuando lleguen a
conocer todo lo que puedan acerca de este proceso, se encontrarán con la
existencia del otro yo, que es consciente de todo esto y a la vez independiente
de ello. Ese es el yo del corazón y es ahí donde empiezan la auténtica libertad
y la auténtica magia. Es la fuente del gran arte de hacer una
elección".
Palabras
de una mujer chamán que descubrió su verdad por si misma y que no tuvo ningún
problema en contársela al mundo para que los que, como yo, no nos detenemos
ante ninguna búsqueda de la verdad que nos permita develar los miles y miles de
misterios que encierran los humanos, podamos sentirnos seguros de que más allá de
toda la lógica y la razón, a las que a menudo nos apegamos con fanatismo,
existen otras dimensiones del conocimiento, a las que nunca podremos acceder
por los caminos del pensamiento racional.
En mi
libro recientemente publicado en España titulado “El poder de lo invisible”, el
capítulo 19 trata de “el final del materialismo como esencia de ciencia”.
Ojalá, ojalá, en un tiempo no muy lejano pudiéramos hablar y escribir sobre el
final del materialismo como esencia de vida…Pero…no les quepa ninguna duda que,
si alguna vez podemos siquiera aproximarnos a una esencia más espiritual de
nuestra existencia…las mujeres habrán tenido mucho que ver en todo ese proceso.
¿Por qué? Y… será gracias a su magia.
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